Resumen
El análisis de los mapas medievales revela una compleja interacción entre geografía, cultura, religión e identidad, y demuestra que estos artefactos estaban plagados de prejuicios y estereotipos que no solo reflejaban actitudes medievales, sino que también sentaban las bases para las cuestiones raciales contemporáneas. El mapa de Hereford (c. 1280), en lugar de proporcionar una representación geográfica precisa, reflejaba las creencias e ideologías cosmológicas prevalecientes en la Europa medieval, en particular en lo que respecta a la "otredad", que se asociaba predominantemente con pueblos no cristianos, no blancos y no europeos. El ensayo destaca la importancia de analizar críticamente las narrativas históricas para fomentar una comprensión más profunda de las complejidades que rodean la raza en el mundo actual.