Resumen
Las artes y la compleja experiencia estética continúan nutriendo y sacudiendo la investigación teológica. Teoría y prácticas teológicas del pasado y del presente heredan una tradición amplia y profunda en donde el arte inspira, sacude y transforma al ser y sus quehaceres teológicos. A veces, el arte intensifica la experiencia religiosa, llevándonos a la perplejidad, allí donde el lenguaje no puede llegar, para sumergimos en sentipensares transformados por la experiencia estética, evocando la transfiguración de Jesús en los evangelios, donde su figura humana se torna radiante de la gloria divina. En esta intensa unión entre experiencia estética y experiencia teológica, espiritual o religiosa, la teología, más que una “ciencia de Dios” (teo-logos), deviene expresión artística, radiante de la gloria divina. A veces también la teología puede transfigurar la experiencia y expresión artística, conduciendo al arte hacia imaginarios teológicos que provocan el traspaso de las fronteras entre la materia y el espíritu, el intelecto y el corazón, lo visible y lo invisible, la inmanencia y la trascendencia, la humanidad y la divinidad.